Lunes, 6 enero 2020 | Brenda Rodríguez
Esta época del año nos invita a reflexionar sobre cuáles son nuestras expectativas para el nuevo año. Con frecuencia, entre ellas figuran las aspiraciones profesionales. Todo trabajador espera que su desempeño y esfuerzo sean valorados y retribuidos justamente. En un trabajo perfecto, la dedicación y constancia serán premiadas con un ascenso o un incremento salarial, pero en la vida real esto no siempre sucederá así. Habitualmente, a la hora de analizar esta situación, fijamos la mirada en el comportamiento y la actitud del profesional que aspira a un cargo, ¿pero qué pasa con la persona responsable de promocionar el ascenso?, ¿cómo puede ejercer esa potestad de forma justa y efectiva?, ¿qué debe tener en cuenta a la hora de conceder un ascenso?, ¿cómo y cuándo debe hacerlo?
Como hemos mencionado en otros artículos, una retribución económica proporcional al trabajo realizado es vital, pero no por ello siempre suficiente. De ahí, el éxito del concepto de salario emocional: una compensación alternativa que sirve de incentivo, y que se materializa en beneficios como la conciliación, los planes de formación, la flexibilidad horaria, el teletrabajo, la asignación de días libres y el reconocimiento.
Es precisamente este último, el reconocimiento laboral, uno de los aspectos más importantes. La falta de reconocimiento genera insatisfacción, desmotivación, recelo, pérdida de autoestima, ausencia de empatía e incluso la creación y proliferación de conflictos entre los trabajadores. Un simple cambio de enfoque en el estilo de liderazgo puede ayudar a que dejen de producirse este tipo de reacciones. Por supuesto, los buenos resultados se pueden premiar con incentivos monetarios, pero también con gestos, por ejemplo, con un reconocimiento público. No obstante, uno de los estímulos más significativos que puede tener un empleado es la posibilidad real de crecer dentro de la empresa. La promoción interna contribuye al aumento de la satisfacción laboral y la productividad y ayuda a la retención del talento.
Dos errores a evitar
Las grandes empresas suelen recurrir al departamento de recursos humanos o a la contratación de consultoras externas especializadas a la hora de reclutar o promocionar talento. Sin embargo, en otras ocasiones, esta tarea recae en un solo directivo, responsable de departamento o pequeño empresario. En ese caso, el encargado de tomar esta decisión debe intentar evitar dos errores:
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Buscar fuera lo que ya hay dentro
Que el primer instinto de una empresa sea cubrir una vacante con un profesional externo puede ser síntoma de que la compañía no está centrando su atención en la promoción del talento interno. Muchas veces, las organizaciones buscan fuera lo que ya tienen dentro. Ante esa situación, la respuesta ideal de una organización es ofertar primero la vacante a los empleados de la empresa. De esa forma, puede descubrir qué empleados están interesados en asumir nuevos retos y en desarrollar su carrera dentro de la misma, pues siempre corre el riesgo de que, ante la imposibilidad de crecer en ella, estos profesionales dejen finalmente la compañía. Esta decisión plantea tres ventajas. La primera, la empresa conoce la trayectoria y experiencia del candidato y el empleado sabe qué quiere la empresa y cuál es su forma de trabajar. La segunda, la compañía ahorra energía, dinero y tiempo, pues no necesita poner en marcha un complejo proceso de selección. Por último, los empleados reciben un importante mensaje: en esta empresa es posible crecer.
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Dejarse llevar por prejuicios o emociones
A la hora de tomar una decisión como esta, es importante tener en cuenta qué factores pueden influir en la capacidad de discernimiento. Por ejemplo, un sesgo frecuente es elegir a alguien que se parece a uno mismo, algo que puede llevar involuntariamente a prácticas discriminatorias. Asimismo, que un profesional sea el que mejor realiza un trabajo no quiere decir que sea el más adecuado para ocupar un puesto de responsabilidad. El mejor vendedor, no siempre es el mejor jefe de ventas.