Viernes, 25 agosto 2017 | Redacción CEU
En esta sociedad digital que habitamos, los cambios se producen a una velocidad vertiginosa. Nos encontramos en el tránsito hacia un nuevo modelo automovilístico en el que los coches se conducen solos, saben lo que necesitamos y se anticipan a ello. Incluso, nos avisan si están a punto de sufrir una avería. Son ecológicos, eléctricos, autónomos, no consumen combustibles fósiles y están permanentemente conectados. A las puertas de la Cuarta Revolución Industrial, quizás la industria que mejor esté aprovechando el tirón del "big data" sea la automovilística. ¿Qué más podemos esperar del sector en unos años? ¿Cómo está afectando la irrupción masiva de los datos al mundo del motor?
¿Te acuerdas cuando soñabas con conducir un vehículo como el Coche Fantástico? Aquella serie de los 80, hizo soñar a millones de jóvenes acerca de la posibilidad de tener un automóvil con el que pudiesen interactuar, vivir aventuras excitantes y conversar. Hoy, cuatro décadas después, esa fantasía cada vez está más cerca de convertirse en una realidad. Aquel ficticio Pontiac Firebird vaticinaba la convivencia humana con una inteligencia artificial –IA– que procesaba miles de datos de su entorno en un pestañeo de ojos. Por supuesto, nuestros coches fantásticos, no lo son tanto. Aunque cada vez más autónomos y adaptados a nuestras necesidades, aún están lejos de llegar a ser auto-conscientes –y tan sarcásticos como lo era KITT–. La recopilación y análisis de datos juegan un papel decisivo en la llegada de un coche completamente conectado. El big data será el próximo revulsivo del mundo del motor.
¡Los datos están en todas partes!
Quizás te estés preguntando en qué etapas de la producción automovilística se está utilizando la ciencia del big data. La respuesta es sencilla, probablemente en todas. En el diseño de un vehículo, se tienen en cuenta aspectos técnicos de seguridad, aerodinámica y potencia. Estos parámetros se definen de acuerdo al estudio de información obtenida a través de millones de datos en tiempo real. Esta nueva tecnología se emplea en el esbozo de los nuevos coches que se fabrican. Cuestiones como la funcionalidad, comodidad y mejora de la experiencia también tienen un peso muy importante. Las empresas pueden acceder a información sobre qué necesitamos, qué es más adecuado y qué nos hace felices.
El proceso de creación de un coche no está exento tampoco de la utilización masiva de datos. La automoción es una de las industrias que mejor ha sabido adaptar a sus fábricas las modernas técnicas de integración de sensores en la cadena de montaje. Al principio, solo se destinaban a realizar un seguimiento para mejorar tiempos y desarrollar máquinas más precisas. Hoy en día, su trabajo va más allá y ayudan a predecir el posible fallo de una pieza. Estos procesos se están llevando a cabo en fábricas como Mercedes-Benz en Vitoria o Seat en Martorell.
Junto a la automoción, el marketing es otro de los sectores para los que el big data supone un gran reto. Por ejemplo, gracias a la información que aportamos en nuestras redes sociales, las marcas automovilísticas tienen un mejor conocimiento de sus potenciales clientes. En esta nueva era hiperdigitalizada es esencial personalizar el producto –en este caso los vehículos– y los servicios que se ofrecen y desarrollar modelos predictivos para ser competitivos.
Una de las grandes ventajas de la utilización de datos en la automoción es la mejora del servicio posventa, en concreto, de la asistencia técnica. El trabajo en este área se centra en el perfeccionamiento de los servicios de logística y mantenimiento. Si una de las piezas del coche sufre un fuerte desgaste o no funciona correctamente, el propio vehículo te podrá avisar del incidente y conducirte al taller más cercano.