Viernes, 8 septiembre 2017 | Redacción CEU
Mentiras, falacias, embustes, bulos y enredos. Sensacionalismo e inmediatez son amigos de la divulgación y enemigos de la verdad. Las noticias falsas son rápidas, virales y baratas. La difusión de embustes se ha llevado a cabo desde tiempos remotos, pero los medios digitales ofrecen ahora un potencial inigualable. ¿Cómo están afectando las 'fake news' al mundo del marketing digital? ¿Dañan o benefician a las marcas estas informaciones? ¿Están sufriendo las redes sociales un deterioro de su imagen?
Una red social que será de pago, un escándalo de un candidato a la presidencia, pastillas que te afean y engordan,... Todas noticias filtradas como auténticas y todas ellas falsas. Estas informaciones erróneas están a la orden del día. No solo son divulgadas por páginas especializadas en propagación de bulos, desde los ciudadanos de a pie hasta los medios de comunicación y políticos caen en la trampa de las fake news. La sociedad demanda rapidez, y las redes sociales y los medios digitales ofrecen la embarcación adecuada para navegar en un mar de mentiras.
El cóctel explosivo de inmediatez e hiperconexión dotan a este tipo de desinformaciones de un potencial viral excepcional. En algunas ocasiones, son los receptores del mensaje envenenado quienes ni siquiera abren su contenido y se dedican a extender el rumor. Un mero titular conlleva una sentencia firme. En otras, los propios emisores deliberadamente vierten informaciones en busca de un beneficio personal o descrédito de un tercero. ¿Tienen consecuencias estas prácticas en el marketing digital? Rotundamente, sí.
Bulos y marketing digital
Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí, aunque confieso que me gusta que hablen mal porque eso significa que las cosas me van muy bien.
Algunas marcas son tachadas de seguir al pie de la letra esta famosa cita del pintor Salvador Dalí. Sea cierto o no, muchas firmas tecnológicas que se caracterizan por una gran opacidad, se benefician de la repercusión que generan estas falsas filtraciones. Por un lado, les sirven para medir el impacto que tendría realizar ciertos cambios en sus nuevos dispositivos o plataformas. Por otro, crean más misterio en torno al lanzamiento de un nuevo producto.
Algunas compañías recurren a la publicación de fake news para aumentar el número de clics –bien de forma consciente o precipitada y sin contrastar–. En otras ocasiones, los propagadores del bulo utilizan la posverdad –la mentira emotiva– para moldear la opinión pública a través del uso de noticias que anteponen sentimientos y creencias, a hechos y certezas. Esta táctica está vinculada muchas veces a la mala praxis política, pero también puede emplearse para deteriorar, por ejemplo, la imagen de un personaje asociado a un producto, como puede ser un influencer.
Apagar un fuego siempre es más difícil que avivarlo. Desmentir una falsa noticia es una tarea siempre complicada. El contenido de la información se extiende como la pólvora en la red y llegar a todas las personas que han recibido un mensaje falso es una tarea casi imposible. El daño puede llegar a ser irreparable y las consecuencias muy negativas: bajada abrupta de ventas, deterioro de la imagen, huida de inversores,... ¿Cómo pueden los marketeros combatir las fakes news en este escenario digital?