Lunes, 22 marzo 2021 | Redacción CEU
El escenario laboral prometía ser global, digital y cambiante, pero antes del 2020 pocos imaginaron lo que estos adjetivos podían realmente llegar a representar. La pandemia, la crisis y sus consecuencias han levantado un contexto generalizado de incertidumbre y para la mayoría de personas, ocupen el puesto que ocupen, eso se traduce en un estado de preocupación latente. ¿Cómo seguir siendo productivo y trabajando con normalidad cuando uno no sabe lo que puede ocurrir mañana?, ¿cómo plantear planes a medio y largo plazo cuando solo se tiene certeza de lo que va a acontecer en un futuro inmediato?, ¿cómo hacer que un equipo no se desmotive ante un escenario frágil o inestable? La respuesta a estas preguntas hay que buscarla en la gestión de la incertidumbre.
Ese entorno VUCA -volátil, incierto, complejo y ambiguo-, del que tanto se habla en el entorno de los Recursos Humanos, parece haber llegado a su máximo grado de expresión con la irrupción del COVID-19. Hacer planes a medio y largo plazo parece hoy en día una tarea verdaderamente compleja. Sin embargo, para tener éxito en un escenario como el actual es preciso mantener la calma, adaptarse al nuevo contexto y seguir tomando decisiones.
Todo esto significa también tener que lidiar con la incertidumbre y con los problemas asociados a ella, pues cuando la inquietud hace acto de presencia pueden aparecer síntomas como la ansiedad, la falta de concentración, la desmotivación, la inseguridad, el estrés o la irritabilidad. Desde luego, son aspectos que pueden repercutir en la pérdida de potencial, bien sea en el caso de un trabajador o un líder. ¿Qué hacer entonces para evitar estos problemas derivados de la incertidumbre?
La gestión de la incertidumbre desde el punto de vista del empleado
Este virus está dejando una huella en la salud mental de la población que tiene en parte relación con el clima de incertidumbre laboral que genera. Sin duda, siempre habrá circunstancias externas que no se pueden cambiar, por mucho que uno se esfuerce en ello. Ese es el motivo por el que a la hora de encarar la incertidumbre es aconsejable saber distinguir entre las diferentes fuentes de la ansiedad: externas e internas. Una vez identificadas, lo ideal es centrarse en las emociones que sí se pueden cambiar y que tienen origen en uno mismo.
Una buena forma de lidiar con la incertidumbre es tratar de vivir el momento presente, centrándose, por ejemplo, en las rutinas diarias. Existen también diferentes fórmulas para sobrellevar mejor las emociones que la incertidumbre provoca como hacer meditación, practicar deporte al aire libre, leer, hacer senderismo, etc.
Otro aspecto clave en la gestión de la incertidumbre es la búsqueda de apoyo en familiares, amigos, compañeros… Ante lo desconocido es conveniente buscar refugio en aquello que nos da seguridad, nuestros pilares y valores. Sobre este tema, habló recientemente Cristina Velasco Vega, profesora del Departamento de Psicología de la Universidad San Pablo CEU, en un vídeo de la serie de Expertos CEU que también trataba acerca de la gestión de la incertidumbre. Recomendamos su visualización para tener una perspectiva más amplia del tema.
Asimismo, para poner coto a la incertidumbre es conveniente pensar en un plan alternativo. No es preciso llevarlo a la práctica, pero puede ayudar a despejar temores y funcionar como una especie de red de seguridad.