Lunes, 9 julio 2018 | Redacción CEU
El concepto de "compliance" aterrizó en el mundo empresarial con una misión firme y contundente: garantizar que las empresas cumplen la normativa actual. Una meta clara, pero no por ello fácil de alcanzar. Las empresas recurren a la ayuda de un nuevo tipo de profesionales, son los llamados "compliance officers". Por supuesto, su mera presencia no es suficiente. Las compañías tienen que trabajar en el desarrollo de una cultura empresarial ética y responsable que facilite e impulse su trabajo. También, deben tener en cuenta que el terreno sobre el que esta cultura se construye está sometido al cambio constante. ¿Cómo conseguir definir un marco ético en un escenario en plena transformación? ¿Se puede combatir con normas la incertidumbre? ¿Qué necesita el cumplimiento normativo para enfrentar la imparable digitalización?
El mundo digital impregna todos los ámbitos de nuestra realidad. La sociedad ha aprendido a vivir en sintonía con el desarrollo de nuevas tecnologías, a experimentar los cambios que se producen a su alrededor con naturalidad. Sin embargo, el entorno empresarial no consigue adaptarse a esta nueva situación con la misma espontaneidad. No es fácil para las compañías transformar su modelo de negocio tradicional de tal forma que encaje con este nuevo ecosistema. Tampoco lo es, conseguir que su marco normativo se ajuste a todos estos cambios.
Esta es una de las razones por las que la figura del "compliance officer" ha entrando en el sector de los negocios con tanta fuerza. Las compañías son cada vez más conscientes de la importancia de contar con un profesional en plantilla que se dedique en exclusiva al cumplimiento de la ley en el ámbito empresarial. No obstante, su llegada responde también a un control normativo cada vez más exigente y a una mayor demanda por parte de la sociedad de un tejido empresarial justo, responsable y sostenible. Aunque la ética no haya alcanzado el lugar que le corresponde en muchas compañías, cada vez ocupa un hueco más grande en las mismas.
¿Cómo enfrentar lo que hoy no existe y mañana es ley?
Estos profesionales deben afrontar diferentes retos como poseer conocimientos interdisciplinares que les permitan abordar el cumplimiento normativo desde una perspectiva transversal, saber responder ante las posibles irregularidades que se puedan producir, o conseguir mantenerse firmes tanto a las presiones internas como a las externas. Por otro lado, también tienen que lidiar contra algo difícil de combatir: la incertidumbre que genera un entorno en continuo desarrollo.
Los avances tecnológicos transforman la forma de trabajar de los profesionales: les ayudan a ser más eficientes, les aportan rapidez y practicidad y les ofrecen soluciones alternativas y eficaces. Esta inercia digital crea escenarios nuevos donde es susceptible que se produzcan comportamientos diferentes a los habituales. Algunas de estas conductas pueden estar gobernadas por la mala praxis. Por esta razón, los "compliance officers" no solo necesitan conocer el sector en el que se especializa la empresa y sus estándares, también necesitan estar al día de las nuevas herramientas y tecnologías que se desarrollan, tanto de las propias de su ámbito profesional como de las de los negocios sobre los que trabajan sus compañías.
Las empresas también tienen que arrimar el hombro. No pueden pretender que la simple contratación de un "compliance officer" sea suficiente. El cumplimiento normativo exige un esfuerzo conjunto e integral. Si los directivos y mandos intermedios de las empresas no trabajan en la misma dirección que estos profesionales, la falta de unidad, transparencia y lealtad afectará a la efectiva implantación de las acciones relacionadas con el "compliance". La actitud de la compañía es clave a la hora de impulsar el cumplimiento normativo.