Lunes, 25 febrero 2019 | Redacción CEU
La aplicación de normativas de emisiones cada vez más exigentes y la creciente concienciación de la población sobre el medioambiente han favorecido que el diésel deje de ocupar el lugar hegemónico en el mercado español del automóvil. A la hora de comprar un coche, el consumidor se plantea nuevas opciones como los vehículos eléctricos, híbridos, GNC, GLP y de gasolina. Esta última se presenta como la opción más obvia, pero la venta de vehículos alternativos también ha experimentado un repunte considerable. Uno de los datos más llamativos es la creciente apuesta de los españoles por los vehículos de gas, en concreto, por los de gas licuado de petróleo. ¿Por qué se ha disparado la venta de los GLP? ¿Qué características especiales tienen estos coches? ¿En qué se diferencian los vehículos GLP de los GNC? ¿Son realmente una alternativa ecológica los autogás?
Según los datos recabados por la consultora MSI a partir de las cifras de la Dirección General de Tráfico, el año pasado se matricularon un total de 73.881 híbridos convencionales, 19.664 GLP y 4.636 GNC. Lo que resulta sorprendente de este estudio no es tanto que la apuesta por los vehículos alternativos aumente –el contexto antes mencionado favorece esta situación–, sino que suban de forma tan disparada los vehículos de autogás. Un año antes, en 2017, el número de matriculaciones de GLP era solo de 4.276. La cifra ahora casi se ha quintuplicado. Para entender este cambio de tendencia es necesario conocer qué características especiales tienen estos coches.
¿Qué tiene de especial un vehículo GLP?
Tanto el gas natural comprimido (GNC) como el gas licuado de petróleo (GLP) son combustibles que la Unión Europea considera alternativos. Los vehículos propulsados por GNC y GLP son identificados con la etiqueta ECO. La razón: las cifras están de su lado. En concreto, según Motorpasión, los vehículos GLP pueden emitir un 95% menos de CO₂ que los diésel y un 14% menos que los gasolina, a su vez, los GNC producen un 10% menos de CO₂, un 33% menos de NOx y un 95% menos de partículas que los diésel Euro 6. Sin duda, este es uno de sus grandes atractivos. Por ejemplo, en Madrid, los conductores de estos automóviles pueden acceder al centro de la ciudad y sortear todo tipo de restricciones relacionadas con los protocolos anticontaminación.
Pero, ¿de qué tipo de vehículos estamos hablando? Los coches de gas entrarían en la categoría de híbridos según la legislación vigente. Aunque el uso de este término puede llevar a equívoco. Está claro, eso sí, que se tratan de vehículos bi-fuel que pueden funcionar con dos tipos de combustible. En otras palabras, si en un trayecto el coche se queda sin gas, el vehículo puede seguir funcionando con gasolina. Esto, a su vez, también se traduce en una mayor autonomía.
Cuando habitualmente se habla sobre coches de gas se suele apuntar a vehículos GNC y GLP, no a coches de hidrógeno –coches de pila de combustible de hidrógeno–. Una vez aclarado esto, es también necesario puntualizar que, aunque los GNC y GLP son nombrados siempre como un par dentro de una misma categoría, son gases completamente diferentes:
- GNC: Es un gas principalmente compuesto por metano que se encuentra almacenado a altas presiones –habitualmente entre 200 y 250 bares–. Es similar al gas que llega a nuestras casas, el “gas ciudad” y se presenta en estado gaseoso.
- GLP: Es una mezcla de gas propano y butano que se puede licuar fácilmente. Este gas es similar al de las bombonas de butano.
Si hay una diferencia considerable en la matriculación de vehículos autogás y GNC en España se explica en gran parte debido a la escasa infraestructura de puntos de repostaje de este último. El respostaje suele ser siempre uno de los mayores obstáculos a la hora de que los consumidores se decidan a apostar por nuevas alternativas de vehículos –véase también el caso de las electrolineras e hidrogeneras–. Mientras que existen en España aproximadamente 600 estaciones que ofrecen GLP, la cifra es diez veces menor cuando hablamos de GNC.