Lunes, 14 octubre 2019 | Redacción CEU
¿Qué pasaría si de la noche a la mañana despareciera Internet? Seguramente, durante unos cuantos días reinaría el caos. Durante las últimas décadas, la red de redes ha ido conquistando terreno hasta convertirse en un elemento casi indispensable en nuestra rutina diaria. El teléfono móvil ha sido uno de los dispositivos que más ha ayudado a crear y profundizar el vínculo estrecho entre los usuarios y la red. Gracias a nuestros "smartphones", siempre y cuando no nos falle la batería, podemos ir a cualquier lugar y conectarnos en cualquier momento. No obstante, echando la vista atrás y comprobando cómo ha evolucionado esta tecnología, uno se puede preguntar qué pasa con el resto de dispositivos. Desde hace años, esperamos que la domótica y, ahora, el Internet de las Cosas acaben por automatizar y simplificar muchas tareas, contribuyendo a que nuestra vida sea más fácil. ¿Pero cuánto queda para que esto ocurra? ¿Cuándo podremos disfrutar de casas completamente "inteligentes"? Si la tecnología avanza tan rápido, ¿por qué todavía no vivimos en "casas conectadas"?
El último estudio de Juniper Research, The Internet of Things: Consumer, Industrial & Public Services 2018-2030, calcula que en 2022 serán 50 mil millones de sensores y dispositivos IoT conectados en el mundo. Esta cifra se traduce en un incremento de un 140 % en cuatro años. Se trata de un salto muy significativo, sobre todo si tenemos en cuenta que la cifra estimada en 2018 era 21 mil millones.
La firma cree que detrás de este despegue meteórico estará fundamentalmente el desarrollo y la implementación del edge computing. Gracias a él, se podrá cumplir con los requisitos de ancho de banda reducidos, conseguir tiempos de respuesta más rápidos y mejorar la seguridad. Este análisis también apunta a que el blockchain y otras tecnologías similares jugarán un papel determinante.
Si esta predicción se cumple, este crecimiento servirá de revulsivo para el mundo de la industria, especialmente, para el sector automotriz, pero quizás donde más percibamos un gran cambio sea en nuestros propios hogares.
Un sinfín de aparatos conectados
Como su propio nombre indica, con el Internet de las Cosas, cualquier "cosa" es susceptible de estar conectada. Por ejemplo, uno de los elementos conectados más prácticos en una casa es el timbre. Gracias a este tipo de dispositivo inteligentes, se puede comprobar quién llama a una puerta, e incluso mantener una conversación con la visita sin moverse del sitio. Algunos timbres conectados son capaces de detectar cuándo alguien se acerca para así activar la cámara. Otros pueden reconocer a un familiar o visitante frecuente a través del reconocimiento facial.
Esta no deja de ser una pequeña muestra del abanico de posibilidades que se abre con el desarrollo de esta tecnología. Las firmas tecnológicas trabajan e incluso ya ofrecen propuestas de dispositivos conectados como bombillas, interruptores, termostatos, persianas, ventanas, cerraduras, alarmas, televisores, humificadores, casas de mascotas, etc.
Recientemente, hablamos en este blog sobre el despegue de la venta de altavoces inteligentes a nivel mundial. Detrás de EE. UU. y Alemania, España es el país donde más rápido está penetrando esta tecnología. Este crecimiento se puede interpretar como una de las señales claras del advenimiento de una revolución tecnológica en la vivienda.
Estos asistentes virtuales se pueden utilizar para fijar recordatorios, realizar llamadas, reproducir música, gestionar compras, buscar información sobre un tema o elaborar listas de la compra. Aunque las firmas tecnológicas trabajan en el desarrollo y la mejora de estas prestaciones, algunas de estas funciones son todavía muy básicas. De todas formas, uno de los aspectos que más nos llama la atención de estos dispositivos es su potencial para el control de los elementos conectados del hogar. Es cierto que la mayoría de estos aparatos inteligentes disponen de mandos o aplicaciones móviles para su manejo, pero los altavoces inteligentes pueden ayudar a centralizar su gestión y hacerlo, además, a través de la voz.