Lunes, 21 enero 2019 | Redacción CEU
Transformar el exterior implica mirar al interior. El desarrollo exponencial de la tecnología, las nuevas realidades políticas y sociales, la globalización y el cambio climático son solo algunos de los ingredientes que han influido en que, a día de hoy, el mundo avance a un ritmo vertiginoso. El cambio se convierte no solo en conveniente, sino en imperativo. Gracias a este contexto de transformación en el que nada es estanco o inmutable, en el mundo empresarial surgen preguntas del tipo: <<¿estamos haciendo las cosas bien?>> o <<¿hacia dónde nos dirigimos?>>. La respuesta a estas cuestiones no siempre se traduce en un cambio de enfoque ni siquiera en un modo diferente de hacer las cosas. No obstante, cuantas más veces estas preguntas son lanzadas al aire, más cambia el discurso en general. Las compañías ahora hablan de responsabilidad social, solidaridad, respeto al medio ambiente,... Hoy en CEU IAM Business School, analizamos una alternativa al modelo tradicional de negocio: el emprendimiento social.
El impacto social es un factor que cada vez influye más en la actividad de las empresas, tan significativo es que se podría decir incluso que se trata de un valor en auge. La apuesta de las compañías por el cuidado y desarrollo del entorno está estrechamente ligada a la confianza que los consumidores e inversores depositan en ellas. A su vez, las empresas juegan un rol determinante en la consecución de metas tan importantes a nivel global como son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (los descendientes de los Objetivos del Milenio). Estas no son todas, pero sí las principales razones por las cuales las compañías están empezando a preocuparse por implementar políticas de responsabilidad social. De hecho, en este nuevo contexto, hay compañías que quieren dar un paso más allá, son las llamadas empresas sociales. ¿De qué se trata exactamente este tipo de emprendimiento?
Un modelo de negocio similar pero alternativo
El emprendimiento social consiste en utilizar un modelo de negocio convencional con el objetivo de alcanzar un fin social. Su objetivo es provocar un cambio, tener un impacto positivo en el entorno. Pero ¿acaso la actividad de una compañía tradicional no puede también favorecer al conjunto de la sociedad?, ¿en qué se diferencia entonces el emprendimiento social del comercial?
Una empresa basada en un modelo convencional también puede cumplir una misión social, por ejemplo, a través de la creación de empleo en una población con un índice de paro muy alto. Sin embargo, aunque este sea un efecto positivo, no es el que mueve ni determina la actividad de la compañía. Se trata de una consecuencia indirecta. El emprendimiento social a diferencia del comercial va más allá del beneficio económico de los promotores, ante todo busca generar un beneficio y un valor común en la sociedad. Es una actividad que, aunque impulsada desde el sector privado, tiene un objetivo que se ha vinculado tradicionalmente al sector público o al llamado tercer sector.
Si bien ahora esta modalidad de emprendimiento empieza a cobrar más fuerza se debe a diferentes factores: la necesidad de dar respuesta a los efectos de la crisis, una mayor concienciación social, un entorno más abierto a este tipo de modelos de negocio y la apuesta por la innovación. Respecto a este último punto, cabe destacar que el emprendimiento social está también muy ligado al desarrollo tecnológico. La clave reside en que los diferentes avances tecnológicos permiten sacar a flote proyectos que tienen una mayor escalabilidad, conectividad, accesibilidad, celeridad y nivel de transparencia.