Lunes, 25 mayo 2020 | Brenda Rodríguez López
Científicos, expertos y epidemiólogos trabajan incansablemente estos días con el propósito de combatir de forma definitiva y eficaz la pandemia. Una parte no desdeñable de su trabajo consiste en entender cómo el virus se pudo extender de forma tan rápida y exponencial en cuestión de solo unos meses. La mayoría de sus análisis señalan que la movilidad tuvo un papel clave en la expansión del COVID-19. Si nosotros nos movemos en tren, bus, coche o avión, el virus lo hace en transporte humano. Como vehículo predilecto de este virus, es normal que nos preguntemos cómo debemos movernos en tiempos de pandemia y cómo lo seguiremos haciendo una vez que esta pase. ¿Traerá consigo la "nueva normalidad" un cambio de paradigma en el mundo de la movilidad? ¿Cómo vivirá el sector de la automoción esta transformación?
Desde hace algunos años, la industria automotriz ha ido apostando cada vez con mayor convicción por una nueva manera de entender la movilidad: con un enfoque más centrado en las necesidades, inquietudes y expectativas de las personas y menos en la propiedad privada y exclusiva de los vehículos. En esta visión, los coches dejan de ser el único foco de atención y el sector abre sus brazos a nuevas tendencias como son la electrificación, la conectividad, la conducción autónoma, la movilidad bajo demanda, la reinvención del transporte urbano y la sostenibilidad. El concepto de "nueva movilidad" no es realmente nuevo para el mundo de la automoción, sin embargo, esta situación excepcional que vivimos puede transformar la forma en la que ahora lo entendemos.
El nuevo escenario de adaptación descrito bajo el sobrenombre de "nueva normalidad" nos empuja a emprender un proceso de reinvención. Hace ya más de dos meses que no compramos, estudiamos o trabajamos igual. Mucho menos, nos desplazamos de forma parecida a la que lo hacíamos en tiempos previos a la pandemia. Se trata esta de una situación transitoria, pero eso no quiere decir que vaya a ser intrascendente. Además, como en otros muchos otros ámbitos, la pandemia está sacando a la luz fortalezas y debilidades de la nueva movilidad, y esto puede favorecer que muchas cosas cambien.
¿Será aún más nueva la "nueva movilidad"?
Partiendo de que nadie ha conseguido, al menos hasta el momento, inventar una bola de cristal que realmente funcione, solo podemos aventurarnos a predecir que acontecerá en el futuro tomando como punto de partida lo que ahora sabemos. Son muchas las pistas que encontramos en los cambios que se están produciendo. La mayoría de cambios se presentan bajo medidas puntuales dirigidas a contener temporalmente el virus. No obstante, pueden tener un impacto a largo plazo en el ámbito de la movilidad.
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Las ciudades están cambiando
Los cambios más inmediatos que observamos en las ciudades son aquellos relacionados con el mantenimiento de las medidas de distancia social: señalizaciones de zonas seguras, separaciones en bancos, trazados provisionales de carriles bici, etc. De todas formas, son los cambios que más tiempo lleva implantar los que pueden generar más impacto en el diseño de una nueva movilidad. Por ejemplo, la descentralización de los barrios, la creación de nuevas zonas verdes o el diseño de espacios más abiertos.
El comportamiento de los ciudadanos también forma parte esencial de esta ecuación. Es posible que por el miedo al contagio la población priorice el uso del vehículo privado y que algunas familias decidan trasladarse a poblaciones menos concurridas (algo que puede verse favorecido por la apuesta a largo plazo de algunas empresas por el teletrabajo). Todo esto tendrá previsiblemente un impacto en el diseño del transporte urbano (menos saturado, más espacioso, más flexible), el impulso de medios de transporte alternativos (como bicicletas, patinetes y motos eléctricas) y la apuesta por una movilidad más segura y adaptada a los cambios.