Martes, 11 julio 2017 | Redacción CEU
Un emprendedor puede tener la idea, un buen plan, incluso ponerla en marcha, pero, ¿tendrá suficiente dinero para financiarla? Apostar por el propio proyecto es fácil, pero cuando requiere que alguien se "rasque el bolsillo" todo se complica. Muchas de las grandes compañías que hoy veneramos no habrían salido adelante sin la ayuda de un inversor "arriesgado". Figuras como los "business angels" son imprescindibles para que las ideas no se queden solo en ideas.
¡Qué sería de la producción artística sin los mecenas! Fue Cayo Cilnio Mecenas en la Roma de Augusto quien dio nombre a esta práctica debido a la fama que alcanzó como protector de poetas tan insignes como Horacio y Virgilio. La Iglesia impulsó a comienzos de la Edad Media la cultura y, más avanzado este periodo histórico, el mecenazgo empezó a adquirir un carácter aristocrático y político. A lo largo de la historia, diferentes colectivos han promovido los trabajos de artistas, literatos y científicos. Los tiempos han cambiado mucho. Los nuevos mecenas en el siglo XXI financian empresas bajo máscaras como crowfunding, private equity, business angel o venture capital, entre otros.
Los antiguos mecenas eran lo que hoy llamaríamos inversores de riesgo. El compromiso que adquiría el artista para devolver esa inversión era mínimo y, en algunas ocasiones, ni siquiera existía. Ellos creían en un proyecto, en una idea o en una persona, y asumían su financiación para conseguir a cambio disfrutar de este arte, poseerlo o exhibirlo. Hoy, proyectos, ideas y personas siguen necesitando apoyo. Si no fuera por figuras como los pequeños inversores de riesgo, muchas compañías no lograrían salir a flote.
¿Qué son los business angels y cómo encontrarlos?
La Asociación Española de Business Angels (AEBAN) los define como individuos que toma sus propias decisiones de inversión y que aportan su propio dinero, en ocasiones su tiempo, a empresas impulsadas por personas que no pertenecen a su círculo cercano. Tan importante es la función de estos inversores, que fueron determinantes para la creación de empresas del calibre de Amazon, Skype, Starbucks o Google. Como los mecenas, los business angels comenzaron a financiar producciones artísticas, en concreto, funciones teatrales de Broadway a principios de siglo pasado. Si bien su origen es artístico, hoy en día, se desenvuelven "como pez en el agua" en el mundo de las finanzas y, sobre todo, en el espacio digital.
Al inversor ángel le gusta invertir en startups. Probablemente, detrás de la persona que concibe la idea, sea la persona que más cree en el proyecto, tanto que se esta jugando su propio dinero. Nadie toma la decisión por él, no tiene ningún asesor que le dirija. Tampoco tiene ningún parentesco o relación con el emprendedor. El circulo cercano de este –Family, Fools and Friends– puede apostar por el proyecto porque conoce a la persona, pero el business angel apuesta por el proyecto porque cree en él. De hecho, el dinero no suele ser su principal motivación, aunque por supuesto importa mucho.
Hoy en día, y aunque su papel no está tan extendido como en Estados Unidos, se pueden encontrar business angels a través de plataformas en la red. Una de las mejores formas de atraer a un business angel es hacer networking. Otra opción más sencilla es recurrir a incubadoras –empresas nacientes– y aceleradoras –empresas más consolidadas– que puedan poner en contacto al emprendedor con estos inversores.