Lunes, 17 agosto 2020 | Redacción CEU
¿Te imaginas tener un bosque denso y frondoso en el centro de tu ciudad? ¿Y si fuera posible hacer crecer uno en el jardín de tu casa o en un parque cercano a ella? No estamos hablando de un huerto urbano, de un jardín paisajista ni mucho menos de dejar crecer libremente las malas hierbas que aparecen en los lugares más extraños, sino de los minibosques urbanos de crecimiento rápido. Una idea que, inspirada en el método Miyawaki, ya se empieza a apreciar en algunos países europeos, y que se presenta además como una alternativa de interés en la lucha contra el cambio climático. ¿En qué consiste exactamente esta propuesta? ¿Se puede hacer crecer realmente un bosque en un entorno tan limitado como un jardín? ¿En qué medida pueden ayudar estos minibosques a reducir el aumento de temperaturas a nivel global?
A día de hoy, son muchos los peligros a los que se enfrentan los bosques: la tala excesiva, los incendios, las sequías, las plagas, la explotación de suelos, etc. Por otro lado, la existencia de los bosques es clave para nuestra superviviencia: protegen los recursos hidrográficos, evitan la erosión del suelo, impulsan la biodiversidad, regulan el clima local, aportan oxígeno al planeta y mitigan los efectos del cambio climático. ¿Cómo podemos entonces conseguir que los bosques no desaparezcan?
"¿Por qué no plantar más bosques?", diría alguien impulsado por una lógica aplastante. A veces las propuestas simples, pueden ser las acertadas. La reforestación es una parte estratégica de la lucha contra el cambio climático. No obstante, la idea de hacer crecer más bosques en el planeta no está exenta de problemas. Estas zonas arboladas pueden tardar más de cien años en crecer. Además, deben de levantarse sobre terrenos adecuados que, a su vez, son cada vez más reducidos. ´
Pero, ¿y si pudiésemos evitar estos inconvenientes? Esto es lo que plantea el método Miyawaki. Siguiendo este modelo, sus seguidores afirman que es posible hacer crecer bosques frondosos y densos en menos de diez años. De hecho, se pueden llegar a levantar bosques en los lugares más inesperados, porque no es necesario contar con espacios extensos y especialmente fértiles para hacerlo. Por ejemplo, el propio Shubhendu Sharma, uno de los principales promotores de este método, cuenta en una charla Ted como llegó a plantar uno de estos bosques en el jardín de su casa.
Minibosques de crecimiento rápido
Los impulsores de este tipo de bosques urbanos, que empiezan a tener un hueco en Europa, se han inspirado en el trabajo de Akira Miyawaki: un botánico japonés que da nombre a este método y que ha plantado más de mil bosques de este tipo en lugares como Japón y Malasia.
Este experto en ecología vegetal y semillas observó la gran diversidad de vegetación que había en templos, cementerios y santuarios en Japón y cómo esta crecía dando forma a un ecosistema resistente y diverso. De ahí, surgió en los 70 su propuesta para combatir la fragilidad de los bosques y acelerar el ciclo de crecimiento de estas áreas vegetales. Su modelo se centra en dos ideas clave: la plantación semillas nativas que mejor se adapten a las condiciones climáticas y al terreno y la alta densidad de especies plantadas. Gracias a estas y otras indicaciones, las plantas crecen en un sistema de alta competencia vertical que les lleva a crecer más rápido. Esa densidad contribuye también a que el terreno este más fresco y protegido y tenga una capa de humus de mayor calidad.
Según sus defensores, estos bosques pueden llegar a crecer diez veces más rápido llegando a convertirse en ecosistemas maduros en 20 años. Además, no necesitan un cuidado especial después de una primera etapa de crecimiento. Otra de las ventajas que plantean los mini bosques urbanos es que la biodiversidad también aumenta exponencialmente en estas áreas vegetales, mucho más que en otros tipos de bosques.